Subir cada día por el Barranco de Poqueira hacia Sierra Nevada es un ejercicio físico y creativo para encontrar la codiciada inspiración del artista. Cuando la fatiga obliga a parar, el espíritu se vuelve espectador de un panorama cambiante a cada momento: la luz es la protagonista, las rocas, los árboles, la nieve forman la coreografía de un espectáculo destinado a alcanzar el equilibrio.
La retina se impregna de color y archiva la sensación que tilda cada jornada... En el estudio, la magia continua: música, pinceles y el cromatismo de una paleta darán vida a la obra que hace vivir cada día a este humilde pintor.